13 sept 2013

Capitalismo (con triple tirabuzón)

¿Qué es el circo? Un escaparate donde estirar hasta el extremo nuestros prejuicios sobre lo posible y lo imposible.
¿Qué es el teatro? Ese espacio vivo que permite poetizar la realidad con metáforas de carne y hueso.
¿Y el capitalismo? ¿Qué es el capitalismo? 
Para Andrés Lima, jefe de pista y director en directo de este experimento artístico, el capitalismo parece ser la humanidad desbocada, la competición como único motor de progreso, la división entre los que quieren, los que tienen y los que pueden, un mono de trabajo hecho de enfermedad y angustia, el cambio de la palabra "valor" por la palabra "precio" y, en definitiva, algo demasiado serio como para no poder tomárselo a risa.
La función comienza casi de puntillas: no cambia la luz, no hay fanfarrias ni silencio, nada que rompa la frontera entre cotidianeidad y espectáculo, tan solo un hombre que entra a escena con un micrófono y anuncia que el asunto empieza.
Quizás ese inicio tan abrupto hizo que me costara entrar en el espectáculo; quizás por eso mis carcajadas de después tenían un no sé qué de contener unas lágrimas que no cabían en un cuerpo lleno de sentimientos enfrentados.

Los actores están muy bien en general y soberbios en concreto. Silvia Marsó sorprende y fascina con una caricatura de sí misma que rebosa sensualidad, ternura y talento; Nathalie Poza alcanza la genialidad al dotar de corazón a una presidenta que no dejamos de intentar odiar; Edu Soto se come la escena provocando las carcajadas más amargas con un personaje que baila en la frontera que separa odio y repugnancia de carisma y admiración; Luis Bermejo, mesías apasionado de un viacrucis esperpéntico, representa a todos y cada uno de nosotros en una red inestable tan literal como metafórica; Irene Escolar se convierte en niña y atrapa nuestra mirada, creyéndose cada uno de sus juegos; Aitana Sánchez Gijón lucha continuamente contra la desesperación con tanta serenidad y heroísmo que nos rompe cada vez que se rasga la dulzura de su caparazón; Alba Sarraute es una fiera que se deja (literalmente) el cuerpo en una interpretación que nos gana poco a poco a golpes de corazón y energía pura; Rulo Pardo es un doctor tan cómico como repelente, tan preciso como espontáneo, tan surrealista que nos lo creemos desde el primer instante.



El montaje es un collage ecléctico de escenas, variedades y acrobacias sobre reflexiones sacadas del libro "la doctrina del Shock" de la periodista canadiense Naomi Klein y trabajos de investigación a lo largo de varias semanas de talleres en los que han participado profesionales de la talla de Alfredo Sanzol, Miguel del Arco, Carmen Machi, Sol Picó... cristalizando esfuerzos en un texto al que Juan Cavestany ha dotado de la fuerza expresiva y el ritmo a los que nos tiene acostumbrados.

Con todo, tal y como aclara el propio Andrés Lima, "Capitalismo, hazles reír" no deja de ser un experimento, un laboratorio de expresión artística que prima la investigación sobre los resultados - ¡qué perversa osadía experimentar con arte en un país que se empeña en desmantelar investigación y cultura! - y que como producto experimental está repleto de hallazgos, aciertos, aproximaciones y algún error.

En mi opinión - eso, que siempre quede claro - puede ser un error pretender llenar un circo con un espectáculo que tiene entidad y fuerza como para representarse en una sala más convencional, o incluir números redundantes como la doma de la mujer "perro" que, pese a la belleza, morbo y precisión de Eva Boucherite, no deja de ser un adorno superfluo, o el número de trapecio de Marilen Ribot que, por fascinantes que sean sus acrobacias, resulta menos efectivo que el magnífico y sutil trabajo que hace como enfermera del mundo al revés. La trama sanitaria, perfecta en algunas escenas sueltas, incompleta como conjunto, se queda sin resolución después de darnos presentación y nudo; la presencia del director en escena, dirigiendo, es una buenísima idea que mantiene el ritmo de la obra pero que desperdicia un actor: el jefe de pista, que se empeña en dejar muy claro que no está actuando pese a todas las ocasiones que la propia escena pedía a gritos un poco de personaje.

Aciertos, hallazgos, genialidades... casi todo lo demás: un espectáculo que consigue aunque solo sea por momentos romper de nuevo esa sensibilidad que tanto telediario del apocalipsis nos anestesia noticia a noticia no tiene precio. Las metáforas de lo que está pasando son tan precisas y tan canallas que es inevitable darse cuenta - que no es lo mismo que saber - que todo este sistema bien podría ser un timo a gran escala ejecutado tan gradualmente que nuestro nivel de tolerancia a la injusticia ha caído a niveles que sorprendentemente aún pueden ser más bajos.

¿Qué es el capitalismo? ¿Qué es el circo? ¿Qué es el teatro? ¿Qué sentido tiene todo esto? Andrés Lima y su fabuloso elenco lo tienen muy claro: si la vida es una lucha continua contra la inevitable muerte, el arte es una batalla ineludible contra una deshumanización que puede ser derrotada.


CAPITALISMO, hazles reír, estará en el Teatro Circo Price hasta el 29 de septiembre

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